jueves, 3 de julio de 2014

#22MarchasDeLaDignidad

Antes de comenzar aviso que NO VOY A SER POLITICAMENTE CORRECTA

Pues resulta que el 22M se resume en violencia de extremistas. Resulta, que las mismas personas que ahora se echan las manos a la cabeza por lo ocurrido y ponen el grito en el cielo, son en su inmensa mayoría las mismas que no tenían ni puta idea de qué era el 22M hasta la semana previa a la manifestación, a pesar de que llevaban organizándose muchísimos meses. Resulta también, que esa inmensa mayoría que se indigna con las imágenes, son personas que su máxima actividad reivindicativa pasa por pulsar el “me gusta” en una foto y/o comentario, compartirlo, ir a alguna manifestación multitudinaria de turno o quejarse en el bar con una cerveza de por medio. Y el colmo del colmo es cuando te encuentras a personas que además de no estar presentes en las marchas, te intentan explicar qué fue lo que ocurrió…

Me gustaría saber cuántas de estas personas se han visto sumergidas en mitad de una cargada indiscriminada, donde volaban los porrazos y pelotas de goma a toda persona que se movía. Esto es tremendamente importante, porque valorar una escena que en tu puta vida has vivido es muy fácil, ¿pero acaso sabes lo que se siente cuando estás acorralada por policía a la que le importa una mierda si eres parte o no de los altercados?, ¿Sabes lo que se siente cuando sólo escuchas el ruido de las pelotas de goma y ves a la gente corriendo en todas las direcciones sin saber dónde ir?...
Pero la cosa no queda aquí, hablan también de la impotencia que sentían los UIP que armados hasta las cejas y protegidos de los pies a la cabeza, no podían cargar salvajemente, como su costumbre, ante la lluvia de piedras que les estaba cayendo. ¿Por qué tengo que empatizar más con un UIP que con una persona corriente?, ¿qué pasa, que como lo normal es que reciba el pueblo, y ya nos hemos acostumbrado a las imágenes de cargas indiscriminadas, cuando prueban de su propia medicina tengo que sensibilizarme de manera especial? A ver si me entero, tengo que sentir pena por una persona a la que pagan con mis impuestos por trabajar defendiendo a los bancos en desahucios; por una persona que realiza identificaciones y/o detenciones masivas e indiscriminadas; por una persona que en ningún  momento se plantea o cuestiona las órdenes que recibe y las acata, aún estás sean inhumanas (esto último no es de extrañar, ya sabemos que el perfil de los antidisturbios no brilla por su inteligencia especialmente). Me estáis diciendo que cuando esta persona prueba de su propia medicina, aún estando en una situación de clara ventaja a efectos jurídicos, debo sentir pena…

No voy a entrar en la cantidad de infiltrados que había, que por cierto se les huele de lejos, ni en sus actuaciones (no olvidemos el “que soy compañero coño”. Porque si eres compañero coño, o tus compañeros coño estaban realizando detenciones arbitrarias, o tú eras uno de los que formaban parte de los altercados, compañero coño). Pero sí voy a poner sobre la mesa algo que quizás a la gente se le escapa. Resulta que arrancan las marchas con uno de los dispositivos más amplios formados hasta el momento, más de 1700 efectivos. Pero claro, como son nuevos en esto de las concentraciones, no preveían nada de lo que iba a pasar y los forman grupitos de 15 antidisturbios. ¿Dónde estaban 1700 efectivos? Quizás cantando con la Solfónica, quién sabe… pero lo que sí que sabemos es que lo que empezaba siendo unas marchas indignadas de millones de personas, acaba desembocando en “violencia de extremistas”. Claro, al Gobierno le ha salido la jugada de 10. En lugar de hablar de la indignación de millones de personas, ponemos el foco en los principales represores que ahora se muestran reprimidos y “oh, qué pena!”, “qué indignación”… y como siempre, nadie se cuestiona nada y todos se lanzan a ladrar. ¿Qué ladran? Lo que escuchan en los medios de comunicación, pues como ciudadanos “activos” esta es su máxima ventana a la realidad. Se tragan todo el mensaje y lo repiten una y mil veces, ayudando al Gobierno así en su jugada. Y si piensas diferente es que eres una radical que estás totalmente manipulada de tanta manifestación, grupos de trabajo y asambleas… irónico, verdad?

Dicho esto, gracias a las personas que aún viviendo en Madrid, estos días no han dejado de preguntarme que estaba pasando en las calles. Gracias a las personas que no se sienten identificadas con lo ocurrido, pero su máxima acción para cambiar la realidad es publicarlo por las redes. Gracias a las personas que critican sin cesar el trabajo que otras personas hacen, pero no proponen nada alternativo, simplemente esperan. Gracias a todas ellas, porque sin ellas no valoraría tanto a muchas otras. 

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