sábado, 27 de diciembre de 2014

Emigración y navidad, hipocresía nivel máximo. #NosNosVamosNosEchan

En casa, mi madre, mi padre y yo vemos la televisión. Entre lloros, abrazos, besos y pancartas vuelven a casa miles de españolas y españoles,  personas que se han visto obligadas a dejar el país por la situación socio-económica. Entre estas personas hay varias investigadoras que ahora han encontrado viabilidad a sus proyectos de investigación en Francia y Alemania. Una joven pareja hablaba de las oportunidades que Inglaterra les había brindado, ya llevaban varios años y veían aún muy lejos el regreso a España. Otro chico explica los cambios que él ha encontrado entre un contrato firmado en España y otro firmado en Alemania, con las ventajas que ello conllevaba. Con este mapa que nos plantea el noticiero no hay dudas, la solución es salir de España.

Pero yo si que tengo alguna que otra duda. Este año, esta noticia la recibo con otros ojos, este año yo también soy una exiliada más en el extranjero y, de haberme preguntado a mí, no habría sido tan entusiasta al explicar mi experiencia. Tras terminar mi segunda carrera sólo me quedo la opción de salir de España. Sin recursos, mis opciones eran limitadas, así que opté por buscar trabajo de au pair. Así llegó mi primera experiencia en Ginebra donde trabajaría 5 horas al día al cuidado de dos niñas. Llevarlas y traerlas del colegio, jugar con ellas, llevarlas a las tareas extraescolares, darles clases de español y ducharlas. También me dijeron que tendría "que ayudar en tareas muy superfluas del hogar". A cambio yo obtendría 380 euros al mes, habitación y comida. Me seguía pareciendo una opción interesante y con estas ideas llegué a Ginebra. Dos meses después, las cinco horas se habían convertido por "problemas familiares" en 8 horas al día. El contrato que me iban a  hacer, paso a ser un acuerdo entre las partes sin legalizar "ya que es mucho papeleo y realmente no serviría para nada". Las tareas superfluas del hogar se convirtieron en un calendario colgado de la nevera, allí me explicaban cuántas lavadoras tenía que poner, cuándo tenía que limpiar el baño, la cocina, cuándo fregar el suelo de toda la casa y cuándo ordenar los armarios. Y por todos estos cambios, mi sueldo se aumento en 40 euros al mes. Pero yo me sentía estúpida e ilógicamente afortunada al conocer otras historias. En estos dos meses conocí a una chica que sólo podían salir  de casa cuando la familia lo consentía, pues al vivir en el campo era la familia la que debía acercarla a la estación de tren más cercana, aún habiéndole prometido un coche. Esto desembocaba en un horario de trabajo excesivo, pues el tiempo que ella permanecía en la casa era tiempo en el que debía trabajar de manera directa o indirecta. A otra chica, antes de llegar a la casa, le pagaron la mitad de una costosa academia. No era un favor, era un préstamo por el que ella debía trabajar durante 4 meses sin cobrar absolutamente nada. Gracias a esta situación, donde ella debía permanecer en la casa por la deuda, la familia también le modificó el horario de trabajo, llegando muchos días a trabajar 12 al día. Otra chica nos contaba como trabajaba en una casa plagada de cámaras de vigilancia, situación que había conocido gracias a la anterior au pair que dejaba el trabajo por no poder más con la situación. Lo sorprendente es que aún utilizando cámaras para vigilar a la trabajadora, era la propia madre la que no daba un trato correcto a sus hijos, en especial al menor que encima estaba enfermo. Y este tipo de historias se multiplicaban por todos los cauces de comunicación posibles. Tres días antes de salir de Ginebra, leía en un foro de españoles en Ginebra como un chico que también trabajaba de au pair pedía ayuda. Trabajaba sin contrato, como la mayoría, y había tenido un pequeño golpe con el coche familiar mientras volvía de traer a los niños del colegio. La familia, que le pagaba unos 300 euros al mes, le exigía los 900 euros del arreglo.  No tenía dinero y no sabía dónde podía acudir para pedir ayuda.




¿Por qué aguantáis? os preguntaréis muchas personas. Porque cuando estás en otro país, llena de ilusiones y proyectos que sabes son irrealizables en el tuyo;
cuando llegas sola y aún no tienes un círculo cercano al que pedir ayuda, ni conoces los organismos a los que puedes dirigirte; cuando crees que acabar con esa nefasta experiencia es acabar con la única oportunidad que tienes por el momento, no es fácil poner punto y final. Un punto que en muy pocos casos suele ser el definitivo, convirtiéndose en punto y seguido. Pues cuando decides romper con la situación y buscar nuevas opciones, se abren dos posibles caminos. En uno de ellos te tocará enfrentar los problemas de pago, donde o no te pagan el último mes, o en el mejor de los casos, te dan una parte de lo que era tu mísero sueldo. En el otro, comenzará un camino de amenazas para que no abandones la casa. "No puedes irte con tan poco tiempo"; "no tienes contrato pero si un acuerdo y no puedes romperlo así"; "si decides irte te denunciaré a la policía por incumplimiento (de un contrato que no existe)". Las cartas de la necesidad, con las que se movían al principio, dejaban paso a las del miedo, con las que jugaba esta nueva ronda.

Puede que esta otra realidad no venda tanto en navidad (o en cualquier otra estación, porque en españoles por el mundo tampoco nos cubren nunca) o simplemente no interese denunciar que la emigración no es siempre la panacea fruto de un "impulso aventurero", ¿verdad señora Báñez? O puede que quizás siga siendo una afortunada y muchas de estas personas que viven situaciones más parecidas a la mía, que a la de jóvenes españoles triunfadores fuera del país, no puedan permitirse volver a casa por navidad. 

miércoles, 9 de julio de 2014

El dolor de dos pueblos ocupados. La masacre continúa. Por la libertad de los pueblos #PalestinaLibre #SáharaLibre

“La MINURSO y los Derechos Humanos en el Sáhara Occidental”, así reza el título de mi trabajo fin de grado. Para los que no lo conozcáis, la MINURSO es la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental. Una Misión ineficaz, irresolutiva y pasiva ante la vulneración constante de los Derechos Humanos en los territorios ocupados. En definitiva, una misión estúpida e inútil que sólo ha servido y sirve para que observadores de Naciones Unidas disfruten de rico té con unas vistas inmejorables. Dentro de mi estudio, analizaba a los actores cuyo papel es decisivo en el desarrollo del conflicto. Así, tenemos a saharauis y argelinos luchando por la emancipación, frente a marroquíes, franceses, estadounidenses y españoles apoyando políticas para mantener el status quo. Nuestro país, cumplió un papel histórico de traición y abandono, con una actual bajada de pantalones frente a los verdaderos directores de orquesta, batuta que Estados Unidos comparte con Francia.



               Los intereses económicos y geoestratégicos, aumento del poder en definitiva, que se anteponen una y otra vez al respeto de los Derechos Humanos. La tortura, desapariciones forzadas, violaciones, vejaciones o falta total de libertad, es la realidad que día a día viven miles de personas. ¿Sabéis qué es lo malo? Que esta historia no es nueva, que nos la llevan contando 39 años y seguimos sumando. ¿Sabéis qué es lo peor? Que lamentablemente tampoco estamos frente a un suceso inédito, sólo tenemos que observar las masacres que se vienen repitiendo en Palestina, territorio también ocupado y asediado bajo la pasividad y permisividad de Naciones Unidas.

¿Cómo se pueden producir estas vulneraciones constantes a los Derechos Humanos , bajo el manto de Naciones Unidas? Pero no estamos frente a una organización que, según podemos leer en su página web, apareció para “mantener la paz y la seguridad internacionales, fomentar entre las naciones relaciones de amistad y promover el progreso social, la mejora del nivel de vida y los derechos humanos”. Yo lo tengo claro, estamos ante un completo circo institucional donde todos saben bien cuál es su papel. Los payasos del Consejo de Derechos Humanos ensayan sus innumerables pantomimas, con el fin de distraernos y convencernos de que debemos sonreír y esperar al final del número sin impacientarnos. Con nariz roja y barriga llena, aparece el último de estos payasos con la intención de cerrar la actuación. Una vez en el centro del escenario, se despide con un: “tranquilos. Dejad de sollozar que todo lo hacemos por el bien del pueblo palestino”. Pero la diversión no cesa y ahora es el turno del domador israelí. Con justa en la mano y sin demasiados esfuerzos, consigue que leones yankis salten y bailen al compás que les marca, sin dejar que ningún otro animal entre en la jaula. Finalmente, el resto de actores cuya única función es la de atrezo, esperan señales de los leones para saber cómo actuar y dónde colocarse. Al fin y al cabo, son los reyes de la selva.
Termina el show y es el momento de conocer la opinión del público, público que aún permanece sentado en las gradas oxidadas y con grandes deficiencias de seguridad, realidad que choca de bruces con el lujo y poderío que derrocha el escenario. Entre las diferentes filas, vemos muchos vacíos, muchísimas son las personas que faltan. Hay mayores acompañando a niños; a niños sin mayores; y mayores sin niños. Entre todos los rostros, apenas podemos dilucidar una simple sonrisa. En la mirada de las niñas y niños encontramos desconcierto, tristeza y angustia. A la mayoría de ellos les han arrebatado su infancia e inocencia de un plumazo, o quizás, debería decir de un bombazo. ¿Cuántas faltas encontraremos en la función de mañana?





lunes, 7 de julio de 2014

Agresiones sexuales en los Sanfermines y su tratamiento en mediático ¿Dónde queda el agresor y dónde la víctima?

Las agresiones sexuales en fiestas como los Sanfermines, siempre han existido, pero actualmente están en el centro del huracán. Es importantísimo visibilizar esta realidad y hacer partícipes a la población de la situación de vulneración que muchas mujeres viven día a día, y más en contextos como el mencionado, pero no a cualquier precio. Escuchamos declaraciones de mujeres que afirman sentirse desprotegidas o haber sido víctimas de algún tipo de agresión sexual, y vemos como año tras año crecen el número de denuncias por este tipo de atropellos. A pesar de ello, las imágenes que nos muestran los telediarios parecen no ir en sintonía con lo expuesto. Hoy hablaba con un amigo sobre este hecho. Él me exponía que sentía vergüenza por las manadas de hombres que manoseaban a las chicas, pero tampoco exculpaba a las mujeres de las imágenes, pues sus expresiones eran de felicidad y parecían consentir lo que estaba ocurriendo.

Tras la conversación, me he quedado pensando y creo que una vez más, los medios de comunicación no han estado a la altura. No están preparados para abarcar noticias tan delicadas como las agresiones sexuales. Volvemos a errar en el foco, colocando a la víctima en el lugar central, relegando a un segundo término a los agresores. Tras ser receptores pasivos de esta noticia a través de la televisión, en lugar de plantearnos qué hacemos mal en la educación de nuestros hijos varones para que actúen de esta manera tan primitiva y carente de valores, nos centramos en ellas, en las mujeres. Entramos a valorar si disfrutan o no, si consienten o no, si están drogadas o si están ebrias. Criticamos sus gestos, sus expresiones y, aún peor, generalizamos su comportamiento con el del resto de mujeres que acuden a estos actos. Todo esto es el fruto de un ejercicio mediocre de la tan honrosa profesión del periodismo. Los medios de comunicación orquestan una noticia, que no sobrepasa el minuto, minuto y medio, donde las declaraciones se funden con imágenes a la velocidad de la luz. Todo pasa rápido, no te da tiempo a analizar la fotografía, a recepcionar y cuestionar lo que estás recibiendo. La voz en off y las declaraciones te hablan de agresiones sexuales, pero ¿qué ven tus ojos? Ven a las protagonistas de las instantáneas sonrientes y felices, sus caras son fácilmente reconocibles. Frente a esto, en un segundo plano se encuentran los agresores de los que únicamente vemos sus manos ¿No os resulta irónico que sean los autores de estos abusos lo que vean protegida su identidad? Gracias a este tipo de tratamiento, no serán a ellos a los que puedan reconocer en sus casas y recriminarle su nauseabundo comportamiento.
            Pero vamos más allá. En la noticia también hablan del consumo de drogas. Afirman que aparece como telón de fondo en estas desagradables situaciones con muchísima frecuencia. ¿Le coge a alguien por sorpresa que el consumo de drogas provocan un cambio en tu estado de ánimo y en tu comportamiento? Y si esto no es nada nuevo, por qué nunca se ha buscado a estas chicas que son manoseadas, una vez terminada la fiesta, para preguntarles cómo se sienten. Quizás sería interesante conocer por su propia boca si fue consentido, si no lo fue, si lo repetirían o si nunca más piensan volver a esta fiesta. La respuesta es fácil, porque eso realmente no les importa. Tienen la imagen y eso conlleva hacer caja, para la industria de la información es suficiente.

Finalmente, me gustaría que nos planteásemos también, cuántas de las chicas que salen en las fotografías son las que finalmente van a interponer una denuncia por abuso sexual. Porque si estas chicas no son las que en último término se sienten acosadas y vejadas, acudiendo así a la policía, las imágenes utilizadas para ilustrar la noticia vuelven a ser carnaza de fácil difusión, pero totalmente descontextualizadas y desvirtuadas. Y si esto es así, es una falta absoluta de respeto hacia las víctimas de acoso sexual durante este tipo de festejos.


Sacar a la superficie temas tan delicados como las agresiones sexuales es más que importante, es de prioritaria necesidad. Pero, como decía arriba, no a cualquier precio. No tirando por la tierra el trabajo que día a día hacen miles y miles de mujeres por construir una sociedad más justa e igualitaria. No banalizando este gravísimo problema que cambia la vida de muchas chicas. Debemos adquirir conciencia y poner el foco donde realmente es necesario, en el problema. Dejemos de hablar de cómo crece el número de niñas maltratadas y hablemos del aumento de menores maltratadores. No expongamos más a las chicas que sufren acaso, y mostremos la verdadera cara de los acosadores. Porque mañana podría ser tu hija, hermana, amiga, pareja, vecina. Porque mañana podrías ser tú.

sábado, 5 de julio de 2014

Chicas por horas

Llevaba ya un tiempo desintoxicada, pero hace poco (sin quererlo) me vi envuelta en una de estas conversaciones que me encantan. Espero que nadie se moleste, no voy a dar nombres ni nada parecido, sólo quiero exponer la situación y que la meditemos mínimamente.

Resulta, que para algunos chicos, la elección de una chica con la que compartir noches lúdicas-festivas va en función de algo muy occidental, del reloj. Ese artilugio que miramos más de 100 veces al día, que nos dice cuándo levantarnos, acostarnos, comer, trabajar, descansar. Ese maldito artilugio del que todas somos presas.
El plan es el siguiente, debes salir con grandes aspiraciones, con la intención de “hacerte” con la “tia más buena” del local, y a medida que avanza la noche, debes disminuir tus expectativas. Si dan las cinco de la mañana y no has conseguido ligar, debes asimilar que tienes que conformarte con “hacerte a la gorda”. Aunque esta sea, grosso modo, la idea principal que quiero desarrollar en esta entrada, son muchas las aristas interesantes que surgen durante este tipo de conversaciones. Desde pinceladas sobre la prostitución, donde lo que menos importa es la mujer y sus condiciones, a los cambios generacionales donde las niñas están “muy espabiladas”. En este último sentido, antes o después salen frases míticas como “hoy día, a las niñas les salen antes las tetas que los dientes”, o, “ahora las niñas están más espabiladas,  vamos que si vas a la discoteca puedes acabar con alguna fácilmente”. Como colofón está el: “cuando eres niño no te das cuenta de que a las niñas de tu edad le han salido las tetas, pero ahora te fijas y es que…”.

En esta ocasión, no quiero hacer una valoración de la conversación por no molestar a nadie. Pero sí que voy a exponer algunas de las dudas que me surgen tras escuchar semejantes pinceladas de pura poesía.

¿Creéis que Hombres y Mujeres sin Vísceras está haciendo más daño a la juventud del que hizo Leticia Sabater?

Cuando dicen que se van a “hacer a una tia” ¿A qué se refieren? ¿A fabricarla? ¿Un corta y pega rollo doctor Frankenstein?

¿Cuántas “gordas” se han convertido en lesbianas tras “ser hechas” por uno de estos eruditos?

Quejarte del nivel de “espabilamiento” de las “niñas”, y fijarte al mismo tiempo en cómo le han “crecido las tetas antes que los dientes” ¿es como ser obrero y votar a la derecha?


Y por último, pero no por ello menos importante, ¿creéis que dentro de las reformas de regeneración democrática que Rajoy intenta implementar, deberíamos exigir que obliguen a estos sabuesos a llevar algún tipo de identificación visible, más aún si son las cinco de la mañana?


jueves, 3 de julio de 2014

#22MarchasDeLaDignidad

Antes de comenzar aviso que NO VOY A SER POLITICAMENTE CORRECTA

Pues resulta que el 22M se resume en violencia de extremistas. Resulta, que las mismas personas que ahora se echan las manos a la cabeza por lo ocurrido y ponen el grito en el cielo, son en su inmensa mayoría las mismas que no tenían ni puta idea de qué era el 22M hasta la semana previa a la manifestación, a pesar de que llevaban organizándose muchísimos meses. Resulta también, que esa inmensa mayoría que se indigna con las imágenes, son personas que su máxima actividad reivindicativa pasa por pulsar el “me gusta” en una foto y/o comentario, compartirlo, ir a alguna manifestación multitudinaria de turno o quejarse en el bar con una cerveza de por medio. Y el colmo del colmo es cuando te encuentras a personas que además de no estar presentes en las marchas, te intentan explicar qué fue lo que ocurrió…

Me gustaría saber cuántas de estas personas se han visto sumergidas en mitad de una cargada indiscriminada, donde volaban los porrazos y pelotas de goma a toda persona que se movía. Esto es tremendamente importante, porque valorar una escena que en tu puta vida has vivido es muy fácil, ¿pero acaso sabes lo que se siente cuando estás acorralada por policía a la que le importa una mierda si eres parte o no de los altercados?, ¿Sabes lo que se siente cuando sólo escuchas el ruido de las pelotas de goma y ves a la gente corriendo en todas las direcciones sin saber dónde ir?...
Pero la cosa no queda aquí, hablan también de la impotencia que sentían los UIP que armados hasta las cejas y protegidos de los pies a la cabeza, no podían cargar salvajemente, como su costumbre, ante la lluvia de piedras que les estaba cayendo. ¿Por qué tengo que empatizar más con un UIP que con una persona corriente?, ¿qué pasa, que como lo normal es que reciba el pueblo, y ya nos hemos acostumbrado a las imágenes de cargas indiscriminadas, cuando prueban de su propia medicina tengo que sensibilizarme de manera especial? A ver si me entero, tengo que sentir pena por una persona a la que pagan con mis impuestos por trabajar defendiendo a los bancos en desahucios; por una persona que realiza identificaciones y/o detenciones masivas e indiscriminadas; por una persona que en ningún  momento se plantea o cuestiona las órdenes que recibe y las acata, aún estás sean inhumanas (esto último no es de extrañar, ya sabemos que el perfil de los antidisturbios no brilla por su inteligencia especialmente). Me estáis diciendo que cuando esta persona prueba de su propia medicina, aún estando en una situación de clara ventaja a efectos jurídicos, debo sentir pena…

No voy a entrar en la cantidad de infiltrados que había, que por cierto se les huele de lejos, ni en sus actuaciones (no olvidemos el “que soy compañero coño”. Porque si eres compañero coño, o tus compañeros coño estaban realizando detenciones arbitrarias, o tú eras uno de los que formaban parte de los altercados, compañero coño). Pero sí voy a poner sobre la mesa algo que quizás a la gente se le escapa. Resulta que arrancan las marchas con uno de los dispositivos más amplios formados hasta el momento, más de 1700 efectivos. Pero claro, como son nuevos en esto de las concentraciones, no preveían nada de lo que iba a pasar y los forman grupitos de 15 antidisturbios. ¿Dónde estaban 1700 efectivos? Quizás cantando con la Solfónica, quién sabe… pero lo que sí que sabemos es que lo que empezaba siendo unas marchas indignadas de millones de personas, acaba desembocando en “violencia de extremistas”. Claro, al Gobierno le ha salido la jugada de 10. En lugar de hablar de la indignación de millones de personas, ponemos el foco en los principales represores que ahora se muestran reprimidos y “oh, qué pena!”, “qué indignación”… y como siempre, nadie se cuestiona nada y todos se lanzan a ladrar. ¿Qué ladran? Lo que escuchan en los medios de comunicación, pues como ciudadanos “activos” esta es su máxima ventana a la realidad. Se tragan todo el mensaje y lo repiten una y mil veces, ayudando al Gobierno así en su jugada. Y si piensas diferente es que eres una radical que estás totalmente manipulada de tanta manifestación, grupos de trabajo y asambleas… irónico, verdad?

Dicho esto, gracias a las personas que aún viviendo en Madrid, estos días no han dejado de preguntarme que estaba pasando en las calles. Gracias a las personas que no se sienten identificadas con lo ocurrido, pero su máxima acción para cambiar la realidad es publicarlo por las redes. Gracias a las personas que critican sin cesar el trabajo que otras personas hacen, pero no proponen nada alternativo, simplemente esperan. Gracias a todas ellas, porque sin ellas no valoraría tanto a muchas otras. 

miércoles, 2 de julio de 2014

Os echo muchísimo de menos...

Aún sigo asimilando qué han supuesto estos cuatro años para mí. Cambiar el Campus de Teatinos por el Campus de Somosaguas, cambiar Málaga por Madrid, cambiar la Facultad de Periodismo por la Facultad de Políticas. Después de estos años, no os hacéis una idea de la cantidad de personas que afirman que me he vuelto más radical, que soy muy poco tolerante, que “ell@s también eran muy rebeldes de jóvenes, pero que con la edad las cosas cambian”, que no todo es lucha…
Sabéis en qué pienso yo cuando me dicen todas estas cosas. O mejor dicho, sabéis en quiénes pienso cuando vuelvo al pueblo y veo la resignación, la pasividad, el pasotismo, cuando siento que ya no encajo donde no hace mucho encajaba, cuando soy consciente de que es cierto que he cambiado. Pienso en todas las personas que me han ayudado a ser la Rosa que soy actualmente, que gustará más o  menos, pero aviso que ha venido para quedarse.


Pienso en Ali. Para mí eres todo un ejemplo a seguir. Honesta y consecuente hasta el final. He visto como te han pegado, como te han identificado sin ningún motivo, y he escuchado como te han insultado una y otra vez. Pero también he visto como te has levantado, como no te has amedrentado y has estado siempre en la primera línea. He visto como te has cabreado cuando no has encontrado una implicación mínima en diferentes acciones, al igual que me ha encantado ver como te has emocionado cuando las calles estaban llenas de personas con sed de justicia. No hay mucho más que pueda decirte que ya no sepas Ali, para mí eres enorme!!!

Pienso en Javi. Creo que hay pocas personas que puedan hacerme reír tanto, en momentos tensos como los que hemos vivido. Javi tú eres la gota de cordura que necesitamos para que el vaso no derrame de una manera poco práctica. Esto lo negaré ante cualquier persona, pero me pareces jodidamente inteligente, eres una de esas personas que tras una conversación de “bombas por aquí, bombas por allá” jajajaja te deja dándole vueltas a todo, sacando ideas nuevas, puntos de vista que no te habías planteado.. Para mí era genial salir sola a una manifestación y encontrarte subido a cualquier marquesina, cigarro en una mano, cámara en la otra y postura difícilmente definible. Te prometo que ya me sentía en familia, sabía que Ali también estaría cerca y (pensándolo fríamente no tiene ningún sentido jajaja) me sentía segura. Hay personas que se quejan en los bares, otras dedican su poco tiempo libre a poner su grano de arena por el cambio, gastando incluso sus días libres en cubrir un Rodea el Congreso… a ti tampoco te puedo decir mucho más…

Pienso en Juancar. Ácido, irónico, incombustible. Fuiste una de las primeras personas con las que hablé cuando entré a Tomalatele. Aún recuerdo nuestra primera conversación en el bar de El Patio, tras una asamblea. Te decía que no sabía muy bien dónde encajar o qué hacer dentro del proyecto. Tú me dijiste que llevabas unos cuantos meses y seguías en ese mismo punto jajajaja. Justo en ese momento, supe que tenía que estar en vuestro “equipo” de calle. Juancar, lamentablemente, a ti también he visto como te han empujado e insultado. Pero al igual que con los dos personajillos anteriores, fuera de aplacarte, esto te ha dado día a día más y más fuerza para salir. Tampoco puedo olvidar tus respuestas a los medios de DESinformación, cuando quieren utilizar tu trabajo para falsear y lucrarse. De nuestras conversaciones con un par de cervecillas mejor no comento nada jajajajajajaja


Pienso en Laura. Laura tú también eres una de esas personas que en la calle te lo hacen todo increíblemente fácil. En una de las últimas manifestaciones, recuerdo que ninguna de las dos llevábamos casco y comenzaron a cargar en Gran Vía. Te quedaste a mi lado (porque creo que todos somos conscientes del despiste que tengo) hasta que dejaron de dar hostias gratuitas y nos pusimos a la altura de Ali y Javi, y realmente te lo agradecí. También recuerdo muchos momentos de los que pasé contigo durante la huelga de Jorge y algunas conversación que mantuvimos. Hay personas que temen hacer huelgas por miedo a perder su trabajo, pero también las hay que no dudan en anteponer sus valores y principios a un trabajo, buscando con ello crear un clima de justicia laboral para todos y todas… Nada más que añadir.

Pienso en Funko. Funko me he ido de Madrid y al final no te has cobrado las cerves que te debo...jajaja Soy olvidadiza, pero recuerdo perfectamente la primera cerve a la que me invitaste donde aún ni me conocías. Pocas semanas después, durante otra manifestación donde el agua fue aliada de la policía, me invitaste a un té. Bajaban los manifestantes a Ópera chorreando y nosotros pensando, “no hay nada en twitter, no estará pasando nada serio” jajajaja. Esos pequeños detalles que te hacen sentirte poco a poco en familia. En este último tiempo, lamentablemente, te he perdido un poco la pista, pero lo genial es verte tras meses y que nos echemos las risas que nos echamos. Si no llegas a aparecer mi última noche, nada habría sido igual. Además, sabes que cuando tuve problemillas personas un poco seriotes, fuiste una de las personas a las que acudí y, como no podía ser de otra forma, recibí la mejor de las respuestas. Gracias Funko!!


Pienso en Isabel. Es una pena haberte conocido tan tarde, pero he tenido el placer de compartir contigo los momentos necesarios para recordarte siempre con una sonrisa en la cara. Bien es cierto, que muchos de estos momentos estaban bañados en litros de cerveza jajajaja. En muchísimas ocasiones, me pregunto cómo personas con inquietudes, valores, comprometidas con la sociedad, con formación y ganas como tú, no tienen una oportunidad en el mercado laboral. Pero llego rápido a la solución, y es que personas como tú no encajan en un sistema tan podrido y corrupto.


Pienso en Capin. De todos recuerdo momentos puntuales y contigo no podía ser diferente. La primera vez que hablé contigo fue tras tu detención. Te había visto en muchas manifestaciones, pero nunca habíamos intercambiado ninguna palabra. Me acerqué y te pregunté que cómo estabas. Me dijiste que genial, que no te habían quitado las ganas de seguir en las calles, sino que al contrario, que volverías con más fuerza. Realmente me encantó escuchar tu respuesta, me transmitiste muchísima fuerza. También recuerdo cuando tras una manifestación, fuimos a tomar cervezas. Entramos a un bar, y además de dejar a la gente con la cara blanca y mirándonos como a locos por los comentarios y conversaciones que teníamos, recuerdo tu entrada… dijiste algo así como “si, como los gilipollas que van a los bares y piden que le pongan el café en vaso. Se pensarán los idiotas que les entra más café” jajajajaajajajaja. A todo esto, Javi te miraba diciendo en voz muy bajita, “pues yo los prefiero en vaso…” jajajajaja.

Hay muchas otras personas que me dejo en el tintero como Sara o Ana. Muchas personas con las que, por falta de tiempo o por no darse las circunstancias, no he podido compartir tantos momentos como me hubiera gustado. Pero también hay muchos con los que he compartido más tiempo del que merecen. Muchos a los que se les llena la boca hablando de objetividad, independencia y no sé cuantas mierdas más, y sólo buscan ser o bien el reportero-progre de moda o directamente la noticia. Y hablo en masculino, que no en masculino genérico, por no poner los nombres y apellidos de estos machirulos... Es gracioso que estos mismos machirulos, de los que tantas escenitas he presenciado, sean los mismos que luego recriminan a compañeras (mujeres, oh! Qué casualidad) comportamientos que ellos consideran poco profesionales. Amiguitos, la próxima vez que abráis la puta boca con la intención de ladrar, pensadlo dos veces. Una vez os la podemos pasar, tenemos que conocer el grado de retraso antes de contestaros, pero ya dos… NO. Recordad que es el hombre, no la mujer, el que tropieza dos veces en la misma piedra (#PrimerAviso).

Para despedirme con buen sabor de boca, vuelvo a las personas importantes. Vuelvo a vosotros, mi familia madrileña. No quiero decir mucho más porque he tardado en escribir esto casi una semana, antes me era imposible…
Sólo quiero daros a tod@s  y cada un@ de vosotr@s las gracias por dejarme compartir tantos momentos. Por hacerme sentir en familia y segura, por enseñarme tanto. Gracias por ayudarme a mantener la esperanza en las personas, por ayudarme a creer que el cambio puede estar cerca, gracias por seguir día a día en calle.
Desde que regresé a Jaén, he sido incapaz de ver ningún streaming o vídeo. Para mí es mucho más fácil estar a vuestro lado, que ver como os reprimen y joden desde una pantalla. Sé que no voy a poder hacer mucho durante el próximo año desde el exilio, pero si creéis que os puedo echar una mano, con lo que sea y cuando sea, no dudéis en decírmelo.














¡Os echo muchísimo de menos!

martes, 10 de junio de 2014

La calle también es nuestra. Ni víctimas ni pasivas, mujeres combativas.

Ayer, lunes, salí a tomar algo con un amigo. Sobre las una de la mañana decidí volver a casa. Yo estaba en Noviciado y tenía que ir hasta la zona de Atocha, eran como 50 minutos y por eso decidí hacerlo a pie. Para el camino iba preparada, cascos y música. Ya estaba aislada del mundo. Las personas que conozcáis un poco Madrid, sabréis que la zona no es  peligrosa, pues iba andando por pleno centro. Pasé por Gran Vía, Callao, Puerta del Sol y Jacinto Benavente, hasta aquí no hubo mayores problemas. Una vez en Jacinto Benavente, cogí calle Atocha. En el trayecto restante, fueron 2 los chicos que se me acercaron. Uno de ellos era relaciones públicas de algún bar cercano a Jacinto Benavente, me preguntó si me apetecía tomar algo y le dije que no, que iba para casa. El no, no le sirvió de mucho y se puso frente a mí, cortándome el paso. Me empezó a decir que seguro que el bar no lo conocía y que como iba sola él se podía tomar la cerveza conmigo. Creo que en mi cara vio la respuesta. No tuve que decir mucho más y seguí andando. A la altura de Antón Martín, cogí la calle Santa Isabel. En la placita de Antón Martín vi que había un chico apoyado en uno de los semáforos por lo que yo tenía que cruzar. Después de unos minutos andando, miré hacia atrás y aún estaba ahí. No sé si por sentirme más segura, pero comencé a contarle todo a un amigo. Le explicaba por que calle estaba pasando en ese momento y la situación. El chico comenzó a aligerar el paso hasta que se puso a mi altura. Una vez a mi lado, comenzó a preguntarme si nos conocíamos, si nos habíamos visto en el barrio, decía que mi cara le sonaba. Tan segura estaba de que esa situación se iba a dar, que comencé a grabar un audio segundos antes de que empezase a hablarme. Realmente no servía de nada, pero yo seguía sintiéndome más segura al saber que otra persona en la que confío muchísimo sabía a tiempo real todo lo que estaba ocurriendo. Santa Isabel es una calle concurrida, pero era lunes y habían pasado las una de la mañana, la calle estaba desierta. Ambas situaciones a nadie pillarán por sorpresa. Son vividas por miles y miles de chicas a diario. Son pura rutina. Eres chica, es de noche y vas sola por la calle, parece que no hay más opción que aguantar a estos tipejos. No hemos vivido otra cosa, nos hemos criado viviendo este tipo de situaciones ¿por qué tendrían que cabrearme ahora con 25 años?
Aún no había llegado a casa, pero como podéis imaginar, además de tensa estaba totalmente enfadada. Entrando en la plaza del Reina Sofía, vi que había gente, poca, pero había gente: una pareja sentada con un perro, por otra parte dos chicos estaban cruzando la plaza y al fondo, aún quedaban personas en las terrazas de los bares. Comencé a caminar y cuando estoy bajando las escaleras (escaleras que tienes que subir para ir a la puerta del museo) me encuentro a un hombre masturbándose. Mi cabeza no daba para más. Él tipo comenzó a hablarme, pero como tenía los cascos yo no escuchaba nada. Me los quite y le chille que iba a llamar a la policía. El tipo no me creyó y siguió masturbándose. Una vez que vio que no era mentira, paro de masturbarse, se abrochó el pantalón e intento escapar. No sabía con quién había dado y el cabreo que ya tenía. Como sabéis, en la plaza hay árboles y en una de las jardineras había un palo. No era demasiado grande, seguramente de algún perro que había jugado con el, así que palo en mano comencé a seguirle, mientras daba a la policía una descripción del tipo y de dónde estábamos. Dio una vuelta a la plaza, pensando qué calle sería la mejor para escapar. Yo seguía tras de él gritándole. Estaba fuera de mí. Cuando pasamos por las terrazas, comencé a chillar señalándole, diciendo que esta basura humana se estaba masturbando en las escaleras, a pocos metros de todos ellos. Finalmente, se paró en calle Atocha. Ahí me paré yo también, palo en mano, esperando a que viniese la policía. No tardaron más de 7-8 minutos, pero realmente a mí me parecieron 7 u 8 días.

Para muchas personas quizás fue innecesario hacer todo esto. Quizás es más simple y cómodo dejarlo y volver a casa. Ahora pensad que la vive esta situación es vuestra madre, hermana, hija o novia ¿pensaríais lo mismo?
Yo tenía en mente a una gran amiga. Una de las primeras personas con las que hablé tras lo sucedido. Ella tuvo que pasar una semana antes por una situación parecida. Estudiando por la noche en su cuarto, vive en un primero, al levantar la cabeza y mirar por la ventana se encontró a un tipo mirándola, el resto os lo podéis imaginar… ¿Cuánto tenemos que aguantar? ¿Cuándo vamos a enfrentarnos a esta carrocha?
Sé que la policía no puede hacer mucho más de lo que hizo con este tipo, pero si con la llamada y el susto de tener que dar explicaciones es suficiente para que la próxima vez se lo piense, ya habremos conseguido algo. Es un camino largo, en el que primero debemos ser conscientes de que no tenemos que aguantar estas situaciones, el rol de mujer pasiva y sumisa ya está más que obsoleto. Amigas, lucha activa contra este tipo de abusos.


Ya sabéis, NI VÍCTIMAS NI PASIVAS, MUJERES COMBATIVAS