En cada rincón de esta enorme ciudad se esconde alguien que llora por algún problema en el trabajo, otros muchos sufren por la falta del mismo. Alguien busca la mirada cómplice de su pareja, mientras otro gran volumen de personas sufre a hurtadillas los reveses sentimentales que le pone la vida. Cuántas personas no habrá en este mismo instante pasando sus peores momentos en una cama de hospital acompañados por sus familiares, o en el peor de los casos, con la única compañía de una televisión a monedas. No me hago a la idea del número de ancianos que se acuestan todas las noches solos con miedo a que no haya un mañana, con miedo a que todo acabe en la soledad de cuatro paredes… (Y si pensamos en otros países… la cosa se me va de las manos…)
En todos estos casos hay un factor común, y es que normalmente sentimos nuestra pena como la mayor. Tendemos a magnificar el dolor y recrearnos en el, hasta que sin darnos cuenta nos acostumbramos a vivir en la penumbra. Esa penumbra que nos ayuda, con sobrecogedor abrazo, a quedarnos en un estado de stand-by. Y esperamos… esperamos que mañana sea un día mejor, esperamos que alguien nos ayude, esperamos que las cosas cambien sin más.
Pero somos conscientes de que no, de que las cosas por sí solas no van a cambiar. Mañana el día será exactamente igual al de hoy, y lo triste, es que esto acaba siendo lo más cómodo. Nos regocijamos en nuestra pena, nos creamos nuestro mundo paralelo y nos mantenemos con dudoso equilibrio en el por el tiempo que nos quede.
Pues señores ante todo esto sólo puedo decir una cosa y es que dejen de auto-compadecerse ¿por qué? Pues muy fácil, porque vivimos en una sociedad capitalista y la autocompasión no es productiva.
Agarren la vida y echen todo lo que puedan en cada momento por vivirla de la mejor manera. Despójense de lo que les hiere y no dejen que un “cualquiera” pueda rozar o contaminar su ego. No olviden que ustedes llevan la batuta de la canción de su vida, ustedes son los que ponen el límite, súbanlo al cielo y no dejen que cualquiera puede mancillarlo. Disfruten de la música, de un buen libro, de un rato de conversación con los más queridos… HAY PLACERES QUE AÚN SON GRATUITOS!! No se lo digan a ciertos políticos…
Sin más… dediquen un par de horas al día simplemente a SER FELICES!!
Trataré de seguir tus consejos. Desde luego que hay personas instaladas en ese permanente estado de autocompasión.
ResponderEliminarUn abrazo.
yo llevo una gran temporada disfrutando con una cosa... sonriendo
ResponderEliminarse lo recomiendo a todo el mundo, sonrie a cualquier persona, en el metro, en el tren o donde sea. podras encontrarte con gente que se sorprende y le extraña pero mucha mas gente te devolvera la sonrisa y apartara la mirada, pero cuando la aparte te daras cuenta que es su mente esta pensando, mira que chic@ mas maj@ (en mi caso realmente dicen, mira el pobre feo este, pero parece majo)
vale, no me creas pero solo te pido que lo hagas durante una semana y luego reflexiones si esa semana tu has sido un poquito mas feliz por ver como creabas una sonrisa en los demas y porque miras las cosas con otro cristal
y para acabar termino con una frase que he escuchado hoy en un podcast pero que me ha gustado
"os animo para que todo lo que hagais sea para poder recordaros a vosotros mismos con una sonrisa"
salu2
p.d. siempre me enrollo un huevo
Un gran relato, Rosa. Un abrazo.
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