martes, 10 de junio de 2014

La calle también es nuestra. Ni víctimas ni pasivas, mujeres combativas.

Ayer, lunes, salí a tomar algo con un amigo. Sobre las una de la mañana decidí volver a casa. Yo estaba en Noviciado y tenía que ir hasta la zona de Atocha, eran como 50 minutos y por eso decidí hacerlo a pie. Para el camino iba preparada, cascos y música. Ya estaba aislada del mundo. Las personas que conozcáis un poco Madrid, sabréis que la zona no es  peligrosa, pues iba andando por pleno centro. Pasé por Gran Vía, Callao, Puerta del Sol y Jacinto Benavente, hasta aquí no hubo mayores problemas. Una vez en Jacinto Benavente, cogí calle Atocha. En el trayecto restante, fueron 2 los chicos que se me acercaron. Uno de ellos era relaciones públicas de algún bar cercano a Jacinto Benavente, me preguntó si me apetecía tomar algo y le dije que no, que iba para casa. El no, no le sirvió de mucho y se puso frente a mí, cortándome el paso. Me empezó a decir que seguro que el bar no lo conocía y que como iba sola él se podía tomar la cerveza conmigo. Creo que en mi cara vio la respuesta. No tuve que decir mucho más y seguí andando. A la altura de Antón Martín, cogí la calle Santa Isabel. En la placita de Antón Martín vi que había un chico apoyado en uno de los semáforos por lo que yo tenía que cruzar. Después de unos minutos andando, miré hacia atrás y aún estaba ahí. No sé si por sentirme más segura, pero comencé a contarle todo a un amigo. Le explicaba por que calle estaba pasando en ese momento y la situación. El chico comenzó a aligerar el paso hasta que se puso a mi altura. Una vez a mi lado, comenzó a preguntarme si nos conocíamos, si nos habíamos visto en el barrio, decía que mi cara le sonaba. Tan segura estaba de que esa situación se iba a dar, que comencé a grabar un audio segundos antes de que empezase a hablarme. Realmente no servía de nada, pero yo seguía sintiéndome más segura al saber que otra persona en la que confío muchísimo sabía a tiempo real todo lo que estaba ocurriendo. Santa Isabel es una calle concurrida, pero era lunes y habían pasado las una de la mañana, la calle estaba desierta. Ambas situaciones a nadie pillarán por sorpresa. Son vividas por miles y miles de chicas a diario. Son pura rutina. Eres chica, es de noche y vas sola por la calle, parece que no hay más opción que aguantar a estos tipejos. No hemos vivido otra cosa, nos hemos criado viviendo este tipo de situaciones ¿por qué tendrían que cabrearme ahora con 25 años?
Aún no había llegado a casa, pero como podéis imaginar, además de tensa estaba totalmente enfadada. Entrando en la plaza del Reina Sofía, vi que había gente, poca, pero había gente: una pareja sentada con un perro, por otra parte dos chicos estaban cruzando la plaza y al fondo, aún quedaban personas en las terrazas de los bares. Comencé a caminar y cuando estoy bajando las escaleras (escaleras que tienes que subir para ir a la puerta del museo) me encuentro a un hombre masturbándose. Mi cabeza no daba para más. Él tipo comenzó a hablarme, pero como tenía los cascos yo no escuchaba nada. Me los quite y le chille que iba a llamar a la policía. El tipo no me creyó y siguió masturbándose. Una vez que vio que no era mentira, paro de masturbarse, se abrochó el pantalón e intento escapar. No sabía con quién había dado y el cabreo que ya tenía. Como sabéis, en la plaza hay árboles y en una de las jardineras había un palo. No era demasiado grande, seguramente de algún perro que había jugado con el, así que palo en mano comencé a seguirle, mientras daba a la policía una descripción del tipo y de dónde estábamos. Dio una vuelta a la plaza, pensando qué calle sería la mejor para escapar. Yo seguía tras de él gritándole. Estaba fuera de mí. Cuando pasamos por las terrazas, comencé a chillar señalándole, diciendo que esta basura humana se estaba masturbando en las escaleras, a pocos metros de todos ellos. Finalmente, se paró en calle Atocha. Ahí me paré yo también, palo en mano, esperando a que viniese la policía. No tardaron más de 7-8 minutos, pero realmente a mí me parecieron 7 u 8 días.

Para muchas personas quizás fue innecesario hacer todo esto. Quizás es más simple y cómodo dejarlo y volver a casa. Ahora pensad que la vive esta situación es vuestra madre, hermana, hija o novia ¿pensaríais lo mismo?
Yo tenía en mente a una gran amiga. Una de las primeras personas con las que hablé tras lo sucedido. Ella tuvo que pasar una semana antes por una situación parecida. Estudiando por la noche en su cuarto, vive en un primero, al levantar la cabeza y mirar por la ventana se encontró a un tipo mirándola, el resto os lo podéis imaginar… ¿Cuánto tenemos que aguantar? ¿Cuándo vamos a enfrentarnos a esta carrocha?
Sé que la policía no puede hacer mucho más de lo que hizo con este tipo, pero si con la llamada y el susto de tener que dar explicaciones es suficiente para que la próxima vez se lo piense, ya habremos conseguido algo. Es un camino largo, en el que primero debemos ser conscientes de que no tenemos que aguantar estas situaciones, el rol de mujer pasiva y sumisa ya está más que obsoleto. Amigas, lucha activa contra este tipo de abusos.


Ya sabéis, NI VÍCTIMAS NI PASIVAS, MUJERES COMBATIVAS