La desregularización del sistema financiero, ese gran monstruo que nos ha llevado a esta situación de crisis pero que no todo el mundo conoce exactamente en qué consiste. La economía se aleja cada vez más de la población en noticias cargadas de tecnicismos. La información deja de ser atractiva y se convierte en una serie de parrafadas envueltas en un halo de tecnicismos más propios de la medicina que de los medios de comunicación. Medios que no son más que meros medios de traducción y que en este caso están realizando su trabajo de manera poco eficiente.
Creo que antes de comenzar debemos tener claros dos conceptos claves:
Economía real. La economía real es la industria, fábricas, comercios, agricultura, explotación de materias primas… es decir, el trabajo de los curritos.
Sistema financiero: si buscamos su significado observamos que es un organismo que “está compuesto por el conjunto de mercados e instituciones que canalizan recursos desde las unidades económicas poseedoras de ahorro a las que son deficitarias”. Es decir, el sistema financiero conecta la oferta y demanda de ahorro, ¡¡de tú ahorro!! Conecta a las familias (economía real) con las empresas canalizando sus ahorros hacia estas últimas. ¿Cómo se hace esto? Pues muy fácil, tú que eres un pobre currito como todo hijo de vecino, llevas tu ahorro a un banco, el banco no lo guarda y espera que crezcan malvas, sino que transforma tu ahorro en inversión, es decir, invierte con tu dinero y de ahí saca sus grandes fortunas. ¿Esto está mal? No, claro no. El problema viene cuando los señores del sistema financiero se creen el ombligo del mundo, se creen imbatibles y juegan con tu dinero arriesgando al máximo y sin ningún tipo de freno (liberalismo que ahora explicaremos) para conseguir mayor rédito. El problema viene cuando la codicia, la amoralidad y la ineptitud comienzan a florecer en estos “señores” de dudosa calaña.
Una vez que entendemos los conceptos claves, voy a intentar explicar que es la desregularización de los mercados. Desregular significa acogernos a las teorías de la liberalización de la economía, es decir, dejar que los mercados funcionen a su libre albedrío porque como dirían clásicos y neoclásicos el mercado ajusta sólo, no es necesaria la intervención por parte del Estado o ésta debe ser la mínima. Con lo cual, debemos dejar que los magnates de la economía; banqueros, empresarios y demás fauna salvaje hagan y deshagan a su antojo sin leyes, sin normativas por parte del Estado.
Y ustedes se preguntarán ¿cómo defienden esta postura? ¿Qué alegan estos “señores” para pedir este tipo de mercado? Exponen que la regulación trae consigo la rigidez de los mercados, y como consecuencias un crecimiento lento y desempleo. Por ejemplo, si yo soy empresario y tengo muchas cláusulas (regulación) para despedir a un trabajador, voy a intentar mantenerlo en una situación precaria con contrato en prácticas, temporal, por horas o algo similar, ya que si lo hago fijo o indefinido en caso de despido me saldría muy caro. (A esto le podemos ver pros y contras, pero para mí el problema principal sigue siendo la actitud inhumana por parte de los practicantes).
Resumiendo, con la desregularización de los mercados asistimos a un cambio, pasamos de manos públicas (Estado) a manos privadas (empresas).
Resultado de éstas prácticas: la desregularización del sector financiero provocó de manera paralela la inestabilidad en los mercados capitales y el enriquecimiento desorbitado de los agentes financieros que obtenían beneficios y ganancias astronómicas. Eso sí, nada de este enriquecimiento revertía en la economía real. Llegados a este punto, los incentivos adquieren el papel protagonista en esta película donde los curritos son meros espectadores. Las ingentes sumas de dinero en acciones y primas que los agentes financieros sin escrúpulos se repartían no hacían más que avivar el riesgo, así como fomentar el falseamiento de información para lograr mayores beneficios. Los agentes financieros exageraban las verdaderas cuentas de sus empresas para que sus previsiones de crecimiento futuro fuesen mucho mejores de las que verdaderamente se esperaban, y gracias a estas ficticias previsiones de crecimiento los agentes se premiaban con primas astronómicas y palmaditas en la espalda.
Fruto de este comportamiento fraudulento por parte del sistema financiero la economía real se ve envuelta en una gran recesión mundial. Los mercados no son capaces de solventar las dificultades que entraña la crisis y las reformas aplicadas no logran proteger a los trabajadores del desastre económico. Desempleo y desigualdad son las consecuencias directas de este comportamiento despiadado.
La economía real resulta la gran perjudicada de la desregularización del sector financiero, y aún así, este sistema despiadado y sin escrúpulos será rescatado por los Estados con fondos públicos (CON SU DINERO) por miedo a un desplome del capitalismo, por miedo a un desplome del sistema económico vigente (¿miedo a qué verdaderamente, si la gente ya está sufriendo igualmente? Si han perdido sus trabajos, sus casas, sus expectativas… ¿miedo a qué?). La economía real con sus curritos y curritas pagan con fondos públicos la deuda que el sistema financiero se ha encargado de alimentar día tras día con primas, sobrecitos y demás auto-regalos que éstos “señores” se hacían por su buen trabajo. Tras esta recapitalización podríamos suponer que los bancos flexibilizarían los requisitos para conceder préstamos, ya que gracias a la población ellos volvían a sus trajes de chaqueta, comidas de empresa y primas ¿no?, pues nada más lejos de la realidad, en muestra de gratitud no sólo congelaron los préstamos sino que comenzaron con un proceso vergonzoso de desahucios indiscriminado. No olviden señores el caso de la CAM
La creciente tasa de paro, desahucios, recortes en educación y sanidad. En esto se traduce la flexibilización del sector financiero para los trabajadores, gente corriente y trabajadora que sin comerlo ni beberlo se ven envueltos en una crisis del sector privado y que aún así les toca pagar… ¿indignante? Valórenlo ustedes